El rey de bastos, el Loco, el siete de oros


En esencia, es la pasión la que nos lleva al éxito material.

Dominar nuestra pasión no significa suprimirla y mucho menos fingirla, al contrario, es crear una relación cercana con ella, presente, consciente, asertiva y con límites.

La pasión es como la energía bruta de la vida, que la domesticamos y refinamos con la atención.

No hablo de la pasión pueril, joven y adolescente, esa es una pasión fuerte y sonora, pero de poco alcance y profundidad. La pasión de la que hablo se encuentra en el adulto, aquel que sabe distinguir lo relevante de lo secundario, que no derrocha su energía, más bien la focaliza.

¿Qué nos apasiona? Y aquello que nos apasiona, ¿Qué es lo que concretamente nos apasiona de ello? ¿Qué nutre nuestra pasión por lo que hacemos y que lo desnutre?

Allí se encuentra el recurso del éxito.


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